Escrito presentado en el IX Congreso de la Izquierda Democrática Nacional del Partido de la Revolución Democrática, llevado a cabo en la Ciudad de México, Sábado 11 de Agosto del 2012.
Desde el surgimiento de los llamados partidos políticos
de izquierda, estos han tenido como uno de sus principales objetivos, la
inclusión de una mayor cantidad de sectores sociales en la política, a través
de la participación activa, consciente y organizada de los mismos. La cruzada
por la igualdad de derechos políticos ante la ley, la instauración del sufragio
universal encabezada por los históricos partidos proletarios a finales del
Siglo XIX e inicios del Siglo XX, así como la exigencia de reconocimiento al
derecho al voto de las mujeres, fueron todas estas luchas en que los partidos
políticos socialistas, socialdemócratas y laboristas, desempeñaron un rol
estelar, ya que comprendían que la revolución social solamente podría ser
genuina y triunfadora si la clase trabajadora (hasta entonces sin derechos
políticos) se involucraba en el proceso revolucionario.
En América Latina, el propiciar la inclusión política
de amplios sectores populares ha sido y es una actividad constante, la cual
tiene antecedentes históricos que se remontan desde principios del siglo
pasado, como el trabajo realizado entre los indígenas peruanos por José Carlos
Mariátegui, y muy especialmente, la agitación hecha entre los estudiantes
cubanos y mexicanos llevaba a cabo por
el histórico Julio Antonio Mella, el cual fue acribillado en México por órdenes
del títere del imperialismo yanqui Gerardo Machado, a la sazón Presidente de
Cuba en 1929.
Así mismo, en nuestro país también han existido
diversas luchas que han logrado concientizar a diversas capas de la sociedad,
de la importancia de la participación política organizada del pueblo, lucha
librada por personajes de la talla de Felipe Carrillo Puerto, quien como
Gobernador de Yucatán le devolvió sus derechos a los indígenas mayas, o Rubén
Jaramillo quien logró la reactivación del movimiento agrario y de manera
ejemplar, nuestro compañero y fundador del Partido de la Revolución
Democrática, el Ingeniero Heberto Castillo Martínez, quien arriesgando la vida
y a pesar de haber sido encarcelado por su indiscutible liderazgo en el
movimiento cívico-estudiantil de 1968, fomentó la politización del estudiantado
nacional y el surgimiento de nuevos liderazgos de izquierda, provenientes de
los sindicatos de profesores.
Hago un recuento de la historia, por que me parece
necesario recordar en estos tiempos aciagos donde la reacción pretende
imponerse, que los partidos de izquierda solo han crecido cuando una mayor
cantidad del pueblo decide unirse a sus filas, acelerando de esta manera los
procesos de democratización. Una forma en que los distintos politólogos alrededor
del mundo señalan “la calidad de la democracia” de los distintos países del
orbe, es a través de la medición de la “liberalización política” del régimen,
es decir, de la cantidad de personas que participan en política, ya sea a
través organizaciones colectivas como sindicatos, movimientos sociales,
asociaciones civiles o partidos políticos, o con su participación individual,
que engloba figuras desde el sufragio hasta la asistencia a una manifestación.
De acuerdo al italiano Gianfranco Pasquino, la mera
existencia de partidos políticos de izquierdas fuertes y cohesionados aumenta
los índices de votación en los países europeos[1],
ya que atrae a una cantidad del electorado que no se ve representada por los
partidos políticos conservadores o liberales. Fue por ello que en 1907, las
juventudes de los partidos sociales de Europa, decidieron crear la Unión
Internacional de Organizaciones Socialistas, la rama juvenil de la Segunda
Internacional, con el fin de impulsar la participación política de los jóvenes
a través de la izquierda y asegurar la continuidad del movimiento obrero a
través de la formación de nuevos cuadros dirigentes. Esta agrupación es el
antecedente de la Unión Internacional de las Juventudes Socialistas, la IUSY
por sus siglas en inglés, de la cual orgullosamente los jóvenes del Partido de
la Revolución Democrática somos parte. La IUSY es la mayor organización
política juvenil del mundo, pero lamentablemente, nuestro partido, el PRD, no
ha logrado crear una organización política juvenil de izquierda que esté a la
altura de las demás agrupaciones juveniles socialistas.
Es necesario señalar, que a diferencia del Partido
Acción Nacional, quien realiza un trabajo político organizado entre la juventud
nacional a través de su Secretaría de Acción Juvenil, el Partido de la
Revolución Democrática no se ha planteado como una prioridad el reclutamiento,
adoctrinamiento y posterior empoderamiento de los jóvenes, basándose en
visiones desfasadas acerca de quienes deben de ser los militantes de un partido
de izquierda. Para muchos compañeros del PRD, nuestro partido únicamente debe
de basar su crecimiento en el aumento de las simpatías del “pueblo” en
abstracto hacia nuestra organización, siendo esto totalmente erróneo. La
sociedad en todo el mundo, y en México en particular, es cada vez más compleja
y heterogénea, y los partidos políticos que no entiendan esta realidad y no
asuman discursos específicos para los distintos sectores que conforman al
“pueblo”, están condenados a la irrelevancia y posterior desaparición.
Durante este año 2012, por culpa del abandono del PRD
a las juventudes nacionales, miles y miles de jóvenes que buscan incidir en los
asuntos públicos de la patria se han visto orillados a participar en un
movimiento social destinado a la desaparición por ausencia de objetivos
concretos como lo es “YoSoy132”. En lugar de considerar al Partido de la
Revolución Democrática como el espacio natural donde los jóvenes pueden acceder
a los espacios de toma de decisiones públicas, estos se activan cívicamente en
organizaciones precarias que no ofrecen proyectos a largo plazo. Por otro lado,
el estudiantado no ha tenido un peso político trascendental, ya que no existen
organizaciones políticas nacionales que enarbolen como su razón de ser la
defensa de la educación pública de calidad y se conviertan en catalizadores del
despertar cívico estudiantil que actualmente sucede en nuestro país.
Basándome en lo anterior, propongo como prioridad de
la Izquierda Democrática Nacional dentro de sus lineamientos de acción política,
los siguientes puntos:
- Desaparición de la Secretaría de Asuntos Juveniles, al considerar que dicho organismo por su naturaleza es insuficiente para impulsar actividades políticas específicas hacia la juventud.
- Creación de la Secretaría Nacional de las Juventudes de Izquierda, que asumirá las tareas de la anterior Secretaría, pero teniendo autonomía interna.
- Elevar el presupuesto que el PRD destina a la promoción de si mismo entre la juventud.
- Impulsar la creación de una organización fraternal del PRD y las Juventudes de Izquierda, la Confederación Nacional de Estudiantes de Izquierda, para realizar trabajo político dentro de las escuelas de México.
Concluyo recordando lo que hace mucho tiempo, allá por
1957, declaró Mao Tse Tung a los jóvenes chinos que estudiaban en Moscú: “El mundo es de ustedes, y también de
nosotros; pero en última instancia, es de ustedes. Los jóvenes, plenos de vigor
y vitalidad, se encuentran en la primavera de la vida, como el sol a las ocho o
nueve de la mañana. En ustedes depositamos nuestras esperanzas. El mundo les
pertenece. El futuro de China les pertenece”[2].
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