El HabanaBus es un camión de 2 pisos, de función meramente turística. Ese bus recorre toda La Habana, tanto la turística como la residencial, por lo que obtienes una visión más amplia de la ciudad. El cobro es de 5 CUC´s por persona, y aunque al inicio parezca caro el servicio, en realidad es una buena opción, ya que te puedes subir y bajar de ese camión y de otros de la línea HabanaBus cada vez que quieras, hasta las 6pm. Lo tomamos, y nuestra primera parada fue la Plaza de la Revolución. Bajamos a comprobar que estaba cerrado el Memorial de José Martí, y de ahí regresamos a la Plaza, a esperar que un camión de esa línea apareciera. Cuando por fin llegó un HabanaBus, nos subimos sin muchas expectativas de ese tour.
El HabanaBus nos llevó a la zona moderna de la Habana y la zona residencial de Miramar, osea, el oeste de la ciudad, sitio donde el Malecón termina y las construcciones están cuidadas, las casas limpias y grandes y las calles muy bien arregladas. Este lado es totalmente diferente al que los turistas conocen, ya que no hay edificios coloniales, y si hay muchos con arquitectura soviética, además de que las Embajadas se ubican en esa area. En nuestro recorrido, pasamos por la "Necrópolis" (cementerio) de Cristóbal Colón, llamado así por que los restos del navegante estuvieron ahí hasta que fueron trasladados a España. El ver árboles altísimos y vegetación exhuberante, hacían de ese paseo una delicia, al observar que no todo en La Habana está derruido, que los edificios en ese estado solamente son los del Centro Histórico. Y desde luego, cicloramas en todos lados lanzando loas a la Revolución copaban las calles.
Cuando el HabanaBus regresó a la Habana Vieja, bajamos en el Capitolio, y de ahí nos encaminamos al lugar con el mejor ambiente de toda la La Habana: La Bodeguita del Medio. La Bodeguita es un restaurante-bar que recibe ese nombre por que cuando fue creado, todos los bares estaban en las esquinas, pero la Bodeguita se ubicó en medio de una cuadra para ser más original. Al llegar, había muchas personas afuera, debido a que dentro estaba atascado de gente. Aún así, Priscilla y yo entramos empujando gente, y finalmente nos colocamos frente a la barra. Ahí pedí algo que siempre había estado esperando tomar, y que juré que mi primer ejemplar lo tomaría en Cuba: un mojito. En la Bodeguita lo único que se sirve son mojitos, además de cerveza. En las paredes, firmas de personajes famosos que habían visitado ese lugar adornaban las instalaciones. Tanto el poeta Nicolás Guillén, como el Presidente chileno Salvador Allende habían estampado sus firmas, y desde luego, en el lugar de honor, destacaba la frase de Ernest Hemingway: "Mi mojito en la Bodeguita, y mi daiquirí en la Floridita".
La Bodeguita está atascada de turistas, ya que un mojito cuesta 4 CUC´s, cuando hay otros lugares donde este puede costar 2.50 o 2 CUC´s, por lo que los cubanos prefieren tomar sus mojitos en otros lugares. El bar es muy estrecho, por lo que tuvieron que ampliarse para instalar un restaurante, aunque por lo regular está vacío, ya que todos los visitantes quieren estar en la barra. Debido a la estrechez del lugar, es inevitable platicar con quien esté a tu lado, aunque todo el que va quiere divertirse por lo que no te encuentras a gente mal encarada. Ahí conocí a puertorriqueños independentistas que fueron a Cuba a participar en la "Brigada Latinoamericana de Trabajo Voluntario", a alemanes militantes de "Die Linke", el partido de izquierda formado por comunistas y exsocialdemócratas, a estudiantes italianos que buscaban prostitutas y a una pareja de catalanes que viajan por el mundo recorriendo países en bicicleta. También había un grupo de tabasqueñas muy alegres. Pero lo mejor de ese lugar, fue cuando el trío que ameniza el lugar entonó la canción nacional cubana por excelencia, "Guantanamera", y en ese momento todos los comensales y barman´s nos fundimos en una sola voz cantando la canción cuyas estrofas son los "Versos Sencillos" de José Martí.
Ya con unos mojitos de más y entrada la tarde, nos fuímos al hotel. A las 8pm llegaron los catalanes a nuestro hotel, ya que nos habíamos quedado de ver para ir a comer. Fuímos a la Asociación Canaria, y al finalizar de comer, tomamos unos mojitos en la terraza del lugar, escuchando las anécdotas de los catalanes recorriendo en bicicleta Islandia, Mongolia y Marruecos, mientras un viejo cubano rubio borracho intentaba ligarse a Priscilla. Salimos de la Asociación a las 11pm y nos fuímos cada quien a su hotel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario