viernes, 13 de abril de 2012

La Teoría del Conflicto y la Sociedad de Alumnos de la FEyRI.

El semestre pasado curse una materia optativa llamada "Teoría Social". Dicha materia es impartida como obligatoria a los estudiantes que cursen el 4to semestre de Economía. Como trabajo final, se nos encargó por parte del profesor escribir un ensayo donde analizáramos un problema social desde la visión de una teoría vista en el curso. La teoría que elegí fue la Teoría del Conflicto, y el problema que decidí analizar fue uno en el que tuve participación directa: la renovación de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la UABC. La presente entrada consiste en la publicación de dicho ensayo.

Una Teoría Integradora.
La teoría social que se utilizó durante el proceso de creación de este ensayo para analizar el proceso de renovación del Comité Directivo de la Sociedad de Alumnos 2011-2012 de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales es una teoría de grandes pretensiones. Llamada por su creador, Ralph Dahrendorf, como “La Teoría del Conflicto”, esta considera al mencionado conflicto como “un proceso central de la vida social” (Collins, 1975).
En el mundo de la academia sociológica, esta teoría es percibida como una teoría integradora, debido a su intención de ser depositaria de los aportes de distintas escuelas. Pero, ¿Cuáles son sus características? La Teoría del Conflicto es de carácter dicotómica, distinción que es fácil de apreciar desde su primer planteamiento y que se observará en otros postulados: la sociedad tiene dos caras, el consenso y el conflicto. Para Dahrendorf, el pionero de esta teoría, el conflicto “es la cara desagradable de la sociedad”.

Aunque muchos deseen hacer caso omiso de la existencia de las diferencias en el seno de la sociedad, estas no se pueden ocultar. Una de las principales críticas que se le hacen a esta teoría, es el ser una derivación del funcionalismo estructural, por lo que los problemas distintivos de esta teoría (explicación de solo una parte de la sociedad, etc.) son trasladados a la teoría del conflicto. Esto provoca que mientras los funcionalistas ven orden, los seguidores de la teoría en cuestión ven el germen de la confrontación. En consonancia con lo anterior, también se afirma que el orden instaurado en cualquier sociedad es preservado mediante una “constricción forzada”, es decir, las estructuras sociales no solo influyen en el accionar de las personas, si no que también las obligan a actuar de cierta manera.

Para la teoría del conflicto, el origen del mismo en una sociedad radica en la existencia de las llamadas “asociaciones imperativamente coordinadas”, las cuales son las diversas posiciones de autoridad existentes dentro de cualesquier sociedad. Dichas unidades expresan la realidad del individuo, el cual puede ser depositario de la autoridad y al mismo tiempo ser un subordinado. Sin embargo, a pesar de esta situación doble, la poca o mucha autoridad que posea en cierto momento un individuo, por el simple hecho de ser legítima, le permite imponer sanciones a quienes lo rodeen. Por otro lado, es necesario puntualizar que toda autoridad entraña dominación y subordinación, por lo que si tenemos claro lo anterior, podemos explicar por que se terminan creando únicamente dos grupos: dominadores y dominados, los cuales tienen distintos intereses. Mientras que los beneficiados del sistema pretenden preservar el status quo, los que se sienten relegados del centro de decisiones buscarán no solo mejorar ciertas cosas, si no también provocar un cambio de régimen.  Es aquí donde aparece el concepto de “intereses” y los conflictos generados por el choque de los mismos, conflictos que precarizan a la autoridad.

Para formar parte de los conflictos de la sociedad, no es indispensable estar consciente de ello, ya que las posiciones que ocupe un ciudadano determinarán su acción, generando “intereses latentes”. Pero cuando se adquiere consciencia de que las acciones individuales están participando en un conflicto, esos intereses se vuelven “intereses manifiestos”. Estudiar la relación entre estos dos intereses es la tarea principal de la teoría del conflicto.

Al existir intereses contrapuestos, también se generan grupos cuya dinámica es determinada por la solidez de los mismos. Estos grupos son tres:
1.    Cuasi grupo: Son agregados de titulares de posiciones que tienen los mismos intereses de rol (Dahrendorf, 1958). De aquí se generan los otros tipos de grupo.
2.    Grupos de Interés: estos poseen estructura, forma de organización, objeto definido y “personal”.
3.    Grupos de conflicto: Son grupos de interés que han decidido defender el estatus quo o hacer realidad el cambio.
En situaciones ideales, la existencia de estos 3 grupos explicaría el conflicto social, pero al no existir estas situaciones, se vuelve necesario analizar otras condiciones como el contexto y las fortalezas y debilidades de los grupos. Dentro de este campo, Dahrendorf consideraba que el reclutamiento aleatorio o al azar dentro de los cuasi grupos hacía poco probable que surgieran grupos de interés y/o de conflicto. Ejemplificaba con el lumpenproletariado, el cual es un grupo creado por el azar cuya cohesión es prácticamente inexistente.

Con el objetivo de consolidar al conflicto como un punto central dentro de la comprensión de la sociedad, Lewis Coser publicó en 1956 “The Functions of Social Conflict”, obra en la que afirmaba que el conflicto cumplía ciertas funciones que paradójicamente, consolidaban el orden existente y no solo creaba uno nuevo. Esto ayudó a que la teoría del conflicto empezara a explicar también el consenso. Pero no es si no hasta 1975, con la publicación de “Conflict Sociology” de Collins que esta teoría se consolida, al dotarla de mayor “cientificidad”. Collins pasa del análisis macro al micro, y retomando postulados importantes del marxismo, sostiene que las estructuras sociales son solamente pautas de acción y que el actor social crea y recrea a las mismas. Culmina enlistando una serie de 5 principios para analizar el conflicto (observar la vida real, examinar los factores materiales que influyen en la interacción, explotación en situaciones desiguales, imposición de ideas por parte de los grupos fuertes a los débiles y realización de comparativas) con el objetivo de comprobar su tesis principal: el hombre es un ser gregario, pero también está predispuesto al conflicto.

La elección de la Sociedad de Estudiantes de la FE y RI como expresión del Conflicto.
Una visión que llega a ser generalizada y compartida por varios, es que el ganador de un proceso electoral lo es debido al consenso que pudo construir para alcanzar esa posición. Mediante el convencimiento, el diálogo e incluso la cooptación, los vencedores de las elecciones se vuelven un ejemplo vivo de que las estructuras sociales están diseñadas para mantener la estabilidad y para que cualquier cambio sucedido se lleve a cabo con orden y respetando los cánones vigentes.  Esa sería la visión de los funcionalistas, pero no la de los partidarios de la teoría del conflicto. Donde los primeros ven orden y armonía, los segundos observan una constricción forzada que castiga a la oposición y que intenta ocultar la existencia de la disidencia. Sin embargo, las estructuras sociales, contrario a lo que creen los funcionalistas, no constriñen todo el tiempo, mucha veces son simplemente pautas de acción cuando el actor social se percata que es el quien crea y recrea la organización social.

Dicho proceso ocurrió en el pasado proceso de renovación del Comité Directivo de la Sociedad de Estudiantes de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales. Aunque la idea que se ha promovido con más énfasis es que las elecciones fueron un proceso tranquilo, quienes realizan ese esfuerzo olvidan que las organizaciones sociales “son un campo de batalla” (Collins, 1975). Debido a que las personas que ocupan un cargo dentro del Comité Directivo acceden a posiciones de autoridad, y a que estas siempre entrañan dominación y subordinación, los incentivos para buscar no ser objeto de la coerción son grandes. Quienes se esfuerzan por evitar ser objetos de la coerción, no necesariamente son grupos  organizados tras un largo proceso de planeación, si no que pueden llegar a ser espontáneos. Por otro lado, la posición de autoridad de los miembros del Comité Directivo es relativa. Aunque su posición respecto al resto de la comunidad estudiantil es de autoridad, el principio de asociaciones imperativamente coordinadas se cumple al estar el Comité Directivo supeditado a la autoridad del Director de la Facultad en varios aspectos.

Por lo tanto, la postura de todos los estudiantes con respecto a la Dirección de la Facultad es dicotómica: es una relación entre autoridad y subordinados. El poder ejercido por la Dirección influye en todos los aspectos de la Facultad, tanto académicos y recreativos como administrativos y políticos. Por ello, una manera de liberarse aunque sea un poco del poder avasallante de la Dirección es accediendo a posiciones de autoridad como lo es la Sociedad de Estudiantes. El dirigir a esta organización, permite llevar a cabo proyectos dentro de la Facultad que difícilmente se podrían cristalizar desde la posición de un estudiante común. Como se puede observar, el ganar las elecciones de la Sociedad de Estudiantes permite no solo ganar espacios de autoridad, si no independizarse en un grado reducido pero significante con respecto al poder de la Dirección y tener una mayor capacidad de acción. Sin embargo, esta última posición adoptada por un grupo de estudiantes fue tomada como un reto a la autoridad de la Dirección, la cual utilizando la legitimidad de su cargo, impuso sanciones arbitrarias a dicho grupo.

Todas esta consideraciones pudieron observarse en el largo proceso de renovación de la dirigencia estudiantil de la FE y RI, el cual no comienza en Septiembre de 2011, mes en que fue publicada la convocatoria para inscripción de planillas, si no desde mediados del 2010. En ese año, también se llevó a cabo la elección del nuevo Rector de la UABC, en la cual participaban entre otros el entonces Director de la Facultad, el Dr. David Ledezma. Bajo el argumento de que no se quería “enturbiar” el proceso de sucesión rectoral, se aplazaron las elecciones de los Comités Directivos estudiantiles en todas las facultades de la UABC y las dirigencias estudiantiles alargaron su período de funciones, con excepción de la Facultad de Derecho, donde el Comité Directivo saliente convocó de manera independiente a la inscripción de planillas y posterior campaña y elección. El nuevo Rector, Dr. Felipe Cuamea, fue electo hasta Enero de 2011, pero a partir de Febrero, se llevaron a cabo elecciones estudiantiles en las facultades de la Universidad, con la excepción de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales. El Rector Cuamea nombró al Dr. Ledezma como Vicerrector del Campus Tijuana de la UABC, dejando como Director Interino de la Facultad al  Dr. Martín Ramírez Urquidy. Mientras estos cambios institucionales ocurrían, la inmensa mayoría de los miembros de la Sociedad de Estudiantes de la FEyRI egresaban, por lo que el Comité Directivo quedó acéfalo.

El Director Interino no convocó a los Jefes de Grupo de la Facultad para expedir una convocatoria a elecciones durante el semestre de Febrero a Julio, mientras que el organismo que podía hacerlo, el Consejo Estatal de Sociedades de Alumnos (CESA) tampoco se ocupaba del tema, ya que sus integrantes se encontraban enfrascados en la creación del nuevo Reglamento del Consejo. Esta situación de incertidumbre fue denunciada por un grupo de estudiantes identificados con el Partido Revolucionario Institucional, los cuales arguyeron que la verdadera razón por la que no se convocaba a elecciones era por que las autoridades universitarias no querían que este grupo ganara la Sociedad de Estudiantes. También este grupo de estudiantes, los cuales se auto nombraban como “DIEZ” habían acusado al ex Director David Ledezma de represión, señalándolo como el responsable de que a varios de sus integrantes se les hubiera reprobado en materias durante el semestre anterior y de esa manera, impedir su participación en el proceso electoral, debido a su orientación partidista.
A pesar de las denuncias, otro grupo de estudiantes, auto nombrado “Evolución”, se mantenía a la espera de la publicación de la convocatoria. Las relaciones de este grupo con la Dirección eran diametralmente opuestas a las que tenían los estudiantes de “DIEZ”: El líder de ellos tenía una comunicación constante y fluida con el Director y también defendía el trabajo de los directivos escolares, es decir, los primeros buscaban el cambio mientras que los segundos defendían el status quo. El control ejercido por la Dirección (aunque también se señalaba al Secretario de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado como el líder moral de la Dirección) sobre la vida interna de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales recompensaba la complacencia del grupo de estudiantes de “Evolución”, permitiendo hacer proselitismo de manera encubierta pero clara a pesar de que no había ninguna convocatoria expedida.

Pasó el tiempo y se inició un nuevo ciclo escolar en Agosto de 2011. Muchos estudiantes enterados de todos estos antecedentes egresaron o pasaron a realizar sus prácticas profesionales, por lo que los estudiantes de los semestres de etapa básica desconocían absolutamente todo lo sucedido. Cuando por fin el CESA publicó la convocatoria para elegir a los integrantes del Comité Electoral que organizaría las elecciones, se pedía como requisito ser Jefe o Representante de Grupo. Sin embargo, quien quedó al frente del Comité Electoral, fue una estudiante que no tenía la representación de ningún grupo, situación que fue pasada por alto por el CESA. Después de constituirse el Comité Electoral, hubo una semana de espera para que las planillas interesadas en participar en las elecciones se registrarán ante el Comité, pero al finalizar el tiempo de registro, solamente una planilla se había inscrito: la Planilla Evolución. Un grupo de estudiantes solicitaron una inscripción extemporánea, pero el Comité Electoral se negó a darles la autorización de participar. Al solo haber una planilla, la convocatoria expresaba que se llevaría a cabo un referéndum para decidir si esa planilla se convertiría en el Comité Directivo, pero si era rechazada, los Jefes de Grupo elegirían entre ellos a los dirigentes de la Sociedad de Alumnos. Una cosa que la convocatoria no aclaraba, era lo que había que hacer bajo el supuesto de que los Jefes de Grupo tampoco quisieran integrar el Comité Directivo.

¿Qué pasó con los de DIEZ? Argumentando temor a la represión, y al hecho de que el Presidente del CESA, Gustavo Garduño, tenía la postura de negarle el registro a cualquier estudiante integrante de ese grupo al estar vinculados al PRI, decidieron no participar. Sin embargo, al descubrirse que el candidato a Presidente de la Planilla Evolución era miembro adherente del PAN, las voces de inconformidad aumentaron entre los estudiantes. Para estas alturas, el conflicto de intereses era evidente, y cualesquiera que fuera el resultado, la legitimidad del nuevo Comité Directivo sería precaria. A pesar de que prácticamente la totalidad de los miembros y simpatizantes de la Planilla Evolución rechazaban ser panistas, el “interés latente” era que su Presidente si lo era y que la postura institucional de la Planilla era de apoyo al trabajo realizado por los Directivos de la Facultad, los cuales tenían y tienen una relación bastante cercana con el panista Gobernador del Estado, el cual es egresado de la Facultad de Economía e impartió clases en ella.

Sin embargo, no todo estaba dicho: el sentimiento de rechazo al hecho de que solo hubiera una planilla haciendo campaña se iba expandiendo cada vez más. Dicha opinión generó varios cuasi grupos bastante heterogéneos, los cuales definió Dahrendorf como un conjunto de personas que comparten una misma posición debido a la similitud de sus intereses. De manera espontánea, los  estudiantes de esos grupos convocaron a la comunidad estudiantil de la FEyRI a votar por la opción del NO y rechazar lo que ellos llamaban “un proceso no democrático lleno de irregularidades e intervención de agentes externos a los estudiantes”. Además, la Planilla Evolución no contaba con estudiantes de la licenciatura de Economía en la titularidad de los cargos, por lo que una cantidad importante de estudiantes de esa carrera se sentían excluidos al carecer de una representación. A diferencia de los miembros de la Planilla Evolución, los estudiantes que promovían el voto por el NO asumieron su papel de estar inmiscuidos en un conflicto serio no solo con la planilla, si no también con Directivos y Catedráticos de la Facultad, por lo que pasaron de mero “interés latente” al “interés manifiesto” de tener un proceso de elección verdaderamente democrático.

La campaña electoral duró una semana, y al finalizar se llevó a cabo una presentación de propuestas por parte de la Planilla Evolución en el salón audiovisual tanto en el turno matutino como vespertino. Dichas presentaciones terminaron en espacios de catarsis, donde los simpatizantes del NO como los del SI se hicieron reclamaciones mutuas. Finalmente, el día de las elecciones, de un total de 1100 estudiantes de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales, solamente 427 alumnos acudieron a votar, mostrando un grado de abstención electoral altísimo, similar al que es frecuente que exista en las elecciones locales. Es de llamar la atención que en una Facultad especializada en las Ciencias Sociales la participación electoral de sus estudiantes haya sido muy baja, siendo un indicador importante de la deficiente educación impartida en las aulas. A pesar de ello, la Planilla Evolución se convirtió en el nuevo Comité Directivo de la Sociedad de Estudiantes con un total de 269 votos, mientras que la opción del NO con sus 152 quedó relegada a la anécdota. Los 6 votos nulos fueron meramente testimoniales.

¿Por qué no ganó el NO? A pesar de que la postura general de los estudiantes era de rechazo tanto al proceso como a las propuestas e integrantes de la Planilla Evolución, las debilidades estructurales de los cuasi grupos que promovieron el voto por el NO les impidieron alzarse con la victoria. Los distintos cuasi grupos que se formaron, tenían como característica común el querer votar por el NO, pero muchos tenían distintos motivos. Mientras unos querían que los Jefes de Grupo eligieran al nuevo Comité Directivo y otros de plano solicitaban un nuevo proceso electoral, había quienes votaron NO con la intención de deslegitimar lo más posible a la Planilla Evolución. Esta heterogeneidad, tanto de motivos como de tácticas y estrategias, impidieron que los cuasi grupos se convirtieran en grupos de interés consolidados y bien organizados que pudieran transformarse en grupos de conflicto con posibilidades reales de alcanzar el éxito. Además, el reclutamiento aleatorio realizado para crear grupos de conflicto se enfrentó a la problemática de efectuarse entre una gran cantidad de estudiantes que pueden ser calificados como el “lumpen proletariado académico”. Los estudiantes pertenecientes a este sector por lo regular no les interesa lo que suceda con la Facultad, mantienen posiciones apolíticas y estudian una carrera que no es de su agrado, ya sea por ser reubicados, por haber tenido una imagen errónea de la misma o de plano por haberse equivocado de Facultad al momento de elegir una en las etapas previas al examen de ingreso a la universidad. Por último, aunque no menos importante, el Comité Electoral impidió que una cantidad indeterminada de estudiantes de primer semestre ejercieran su derecho al sufragio al no tener la credencial de estudiante de la UABC, a pesar de que esta no se les había entregado y de que la convocatoria permitía votar con la credencial de elector.

Sin embargo, la existencia de este conflicto, demostró la validez total de las tesis de Lewis Coser. Al menos 2 de los cuasi grupos creados al calor del proceso electoral, se aliaron y reforzaron el posicionamiento del NO, hicieron uso de la propaganda impresa y electrónica de manera coordinada y participaron en la presentación de propuestas de la Planilla Evolución exponiendo sus puntos. El conflicto solidificó las ideas que estos estudiantes tenían sobre la Facultad, y su relación se encuentra consolidada. Simultáneamente, individuos que se encontraban aislados del proceso de renovación de la Sociedad de Estudiantes, incluso de semestres de formación básica, tomaron un papel activo durante la campaña al ser portavoces del No. El conflicto permitió comunicar las percepciones y opiniones que poseen sobre la realidad de la Facultad y auxilió a exhibir las posiciones que tienen estudiantes que por lo regular no eran muy activos en asuntos internos de la Facultad y, desde luego, tanto los Consejeros Universitarios y Consejeros Técnicos Estudiantiles asumieron posturas divergentes. Es altamente probable que los grupos de interés formados posteriormente a las elecciones se consoliden y busquen incidir en el futuro inmediato en cuestiones comunes a todos los miembros de la comunidad FEyRI. Lo ocurrido en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales, prueba que el Conflicto no es algo que pueda ser juzgado como bueno o malo, pero si como un proceso central de la vida social.

Conclusión.
Como se pudo observar a lo largo del ensayo, la Teoría del Conflicto es, a diferencia de otras, una teoría que se encuentra abierta a recibir ideas procedentes de todo el amplio mundo de la teoría sociológica. Originalmente creada como un intento de adaptar el pensamiento del marxismo a la Sociología, pero surgida como un derivación del Estructural Funcionalismo, la Teoría del Conflicto también se vio influida en buena medida por la sociología comprensiva de Max Weber, la fenomenología e incluso de acuerdo a algunos autores, la teoría de redes.

Dicha integralidad se debe a que esta teoría fue criticada en sus inicios por solamente explicar el conflicto, el disenso, el cambio, y dejar de lado el dialogo, el consenso, el acuerdo, en una palabra, el orden. Por lo tanto, la teoría del conflicto paso por varias etapas que le marcaron su propósito: pretender ser capaz de explicar todos los niveles de la realidad social. En medio de un mundo que tiene demasiadas preguntas y pocas respuestas, la teoría del conflicto intenta convertirse en universal y responder todas las cuestiones sociales, desde el nivel macro hasta el meticuloso análisis micro.

Aunque el deseo pueda parecer plausible e incluso, se le reconozcan grandes y valiosos esfuerzos en alcanzar esa meta, dicha pretensión también conlleva un peligroso imperialismo teórico que puede llegar a ahogar la creación de nuevas teorías que con ánimo renovador expliquen más certera y de mejor manera la realidad cambiante del Siglo XXI.

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