Con
la finalización del proceso electoral en Estados Unidos, cuyo
resultado final fue la reelección de Barack Obama como Presidente,
las voces críticas en torno al sistema electoral estadounidense,
único en todo el mundo, volvieron a alzarse como ya es costumbre
cada 4 años. Entre las muchas críticas que se le hacen se pueden
encontrar desde la tradicional que denosta la elección indirecta del
Presidente, ya que los votos de los estadounidenses no van
directamente al candidato que apoyen, sino a la elección de
delegados al Colegio Electoral los cuales son los que realmente
eligen al candidato ganador, hasta la más actual que cuestiona el
alto costo de las campañas presidenciales. Y es ahí donde radica el
cuestionamiento de fondo al sistema político estadounidense, que,
aunque presuma de ser democrático, se encuentra muy lejos de serlo.
¿Es
verdaderamente democrático el sistema político que rige en Estados
Unidos? Los fundadores de ese país ¿Realmente buscaban establecer
la democracia en las 13 Colonias Inglesas de América? ¿O su
verdadera intención al luchar por la independencia era proteger sus
intereses económicos? En la historia oficial de los Estados Unidos,
a los personajes que liderearon la revolución contra el Reino Unido,
que firmaron la Declaración de Independencia o redactaron la
Constitución Política de 1787, se les conoce como “Los Padres
Fundadores”, los “Founding Fathers of the Nation” en inglés.
Dentro de estos individuos, los más conocidos son George Washington
(primer Presidente de los EEUU y quien sale en los billetes de 1
dólar) Benjamin Franklin (inventor que aparece en los billetes de 20
dólares) y Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados
Unidos, principal redactor de la Constitución y el personaje
histórico que aparece en los billetes de 2 dólares. Sin embargo,
existen 3 Padres Fundadores cuya forma de pensar es poco desconocida
por la población, debido a sus polémicas creencias. Esos “Founding
Fathers” fueron John Jay, James Madison y Alexander Hamilton.
Estos
personajes, contrario a lo que se pudiera pensar, no eran partidarios
de la democracia. Por el contrario, defendían al régimen que ellos
denominaban “Republicano”. Para ellos, la República consistía
en un gobierno civíl que buscaría el bienestar de todos, pero
solamente debían participar en el los propietarios. Aunque parezca
exagerado, los Fundadores de los Estados Unidos lo reconocían
abiertamente, como Hamilton quien declaró que el pueblo “era una
gran bestia” que debía ser domada a través de la “República”,
ya que en la democracia, al poder acceder los pobres al gobierno,
estos pueden utilizar a las instituciones para acabar con los
privilegios, posibilidad contraria al pensamiento de John Jay quien
dijo que “quienes son dueños del país deben gobernarlo”.
Esta
forma de ver los asuntos de gobierno se ha mantenido en la mentalidad
de los estadounidenses hasta nuestras fechas, y su sistema político
está diseñado para preservar los privilegios de los más
encumbrados. El sistema electoral dificulta la creación de partidos
políticos nacionales distintos a los tradicionales Republicano y
Demócrata, ya que no existe una ley única para el registro de
partidos políticos nacionales, si no que se deben de cumplir
requisitos específicos por cada entidad. Sin embargo, el principal
obstáculo para quienes quieran participar en las elecciones son las
altísimas cantidades de dinero que se necesitan para costear una
campaña electoral. ¿Y quienes pueden financiar las campañas
electorales? Pues los millonarios, los “dueños del país” como
decía Jay. Y es por ello que el sistema de gobierno de los Estados
Unidos no es una democracia, si no una plutocracia, palabra griega
que significa “pluto = ricos” “cracia = gobierno”, es decir,
“el gobierno de los ricos”.
En
la campaña electoral de 2012, se rompieron todos los récords de
gasto en los Estados Unidos. Tan solo en anuncios publicitarios en
televisión, los republicanos gastaron 411 millones de dólares,
mientras que los demócratas desembolsaron la cifra de 301 millones
de billetes verdes. ¿Que tan democrático es un sistema donde se
necesitan semejantes cantidades de dinero para poder competir? ¿A
poco se cree que cualquier estadounidense tiene las posibilidades no
solo de postularse, si no de ganar las elecciones sin contar con
estos recursos económicos?
Por
eso afirmar que los Estados Unidos son un ejemplo de país
democrático simplemente no está apegado a la realidad. Incluso,
revisando quienes han sido presidentes de dicha nación en los
últimos 50 años, podemos encontrar que salvo las excepciones de
Bill Clinton y Barack Obama, el resto son o fueron empresarios
pudientes. Los republicanos George Bush padre y George Bush hijo,
dueños de petroleras, Ronald Reagan actor multimillonario, o el
demócrata James Carter, prominente terrateniente, son solo una
muestra de que para ser Presidente de los Estados Unidos, o hay que
ser empresario, o ser financiado por los poderes fácticos de ese
país, como ocurrió en el año 2008, elección en la que los
principales bancos financiaron principalmente la campaña de Obama,
quien a pesar de tener un origen humilde y que logró estudiar becado
en universidades como Harvard, es también receptor de apoyos
financieros provenientes de grupos económicos de enorme peso a nivel
nacional e internacional.
Además,
la dificultad de acceder a un puesto público ante la falta de
enormes cantidades de dinero se presenta no solo en la elección
presidencial, si no también en la elección de los Senadores. Por
ejemplo, de 100 miembros que integran el Senado de los Estados Unidos
(dos senadores por cada uno de los 50 estados) solamente dos no
pertenecen al Partido Demócrata o al Republicano (Bernie Sanders de
Vermont y Angus King de Maine), y Sanders es el único Senador que se
declara abiertamente socialista de todo el país. El hecho de que
solo en estados tan chicos y con poca gente como Vermont, que apenas
supera los 620 mil habitantes, o Maine que tiene una población de 1
millón 300 mil personas, es una muestra de que en estados extensos
territorialmente hablando y con alta población, como California, el
no contar con decenas de miles de dólares para la campaña vuelven
imposible aspirar a cualquier puesto de elección popular.
Para
Abraham Lincoln, la democracia es el “gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo” y, como todos lo sabemos, el pueblo ni
maneja chequeras ni puede realizar donaciones a una campaña
presidencial de 1 millón de dólares, como lo hicieron el productor
cinematográfico Steven Spielberg y el actor ganador del Óscar,
Morgan Freeman. Mientras la cantidad de dólares y no la cantidad de
votos siga siendo la que decida los resultados electorales en los
Estados Unidos, este país no podrá ser considerado de manera cabal
como una democracia, y habría que clasificarlo como una plutocracia.