miércoles, 27 de enero de 2010
“La Dictadura del Proletariado”. Análisis de su Vigencia.
Hoy desayuné con un viejo amigo, Diego Ilich Matus Ortega. Es un joven de 19 años de edad que estudia Filosofía en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) campus Tijuana. Teníamos varios meses sin coincidir hasta el día de hoy, en el desayuno semanal del periodista Arturo Geraldo. Diego me platicó sobre las ganas que tenía de ir al Segundo Encuentro del Pensamiento Crítico "Volver a Marx" en Guadalajara Jalisco. Al contarme sobre su ansiedad, recordé la participación que tuvimos en el Primer "Volver a Marx", realizado en la capital de Baja California, Mexicali. Motivado por el recuerdo, subiré la ponencia que presenté al participar en la Mesa "Vigencia del Marxismo".
“La Dictadura del Proletariado”. Análisis de su Vigencia.
Cuando el nuevo gobierno de un país, no importando si llegó mediante la vía armada o electoral, posee ideas de izquierdas, se enfrenta a 3 dificultades inmediatas:
• La pobreza que inunda a la nación, propia del sistema capitalista.
• Los grupos de poder beneficiados del sistema.
• La presión internacional del imperialismo.
Si la llegada de la izquierda al poder no cuenta con un mayoritario apoyo popular, será un gobierno débil, acartonado, con un rango de acción limitado y no podrá cumplir las promesas que le hizo a sus seguidores. Su capacidad para poder enfrentarse a las fuerzas reaccionarias del país será tambaleante, con un dejo de inseguridad que provocará su derrota, y, al terminar su período, el pueblo verá que no cambió nada importante y las estructuras de dominación continúan intactas.
Eso nos lleva a la conclusión de que la necesidad inmediata de un gobierno, de cualquier corte ideológico, pero especialmente uno que se llame de izquierda, y aún más notorio, uno que se diga Socialista, debe ser fuerte para poder llevar a cabo su Plan de Gobierno.
El problema entonces, es elegir el camino que otorgue la fortaleza necesaria a los nuevos gobernantes para que puedan construir el tan anhelado Socialismo. El camino que históricamente ha postulado el marxismo, ha sido la llamada “Dictadura del Proletariado”. Este sistema, ha sido defendido y atacado por miles, ha sido motivo para asesinar a quienes lo defiendan y también, motivo para eliminar a quienes lo critiquen.
Se han hecho distintas interpretaciones de la forma en que este régimen político pueda ser convertido en una realidad de la mejor manera, sesudos debates para analizarlo a profundidad, ha merecido miles de artículos, divulgaciones, libros, opiniones, conferencias y pláticas. Pero cada vez que se habla del mismo, se generan más dudas, más interrogantes y se da menos claridad sobre el significado de este tipo de gobierno.
La “Dictadura del Proletariado” ha estado presente en todos los discursos de los Partidos Comunistas, ha sido pretexto para justificar regimenes despóticos que, en nombre de conseguir la tan ansiada justicia, han machacado las libertades con las que nace el ser humano. Durante la época de los 70´s, cada vez que alguien acusaba a la Unión Soviética o a cualquier país que se decía socialista de ser una dictadura totalitaria, sus defensores decían al unísono que si lo era, pero que era una “Dictadura del Proletariado”, y que en el resto de los países también había una dictadura, pero la dictadura de la “Burguesía”. Este argumento endeble, llevaba implícito el mensaje de que era válida la opresión, el acoso, el espionaje e incluso la muerte para defender al socialismo. Reduce todo a una simple línea de objetivos, y es el más claro ejemplo de la sentencia maquiavélica “el fin justifica todos los medios”. Pero más peligroso, es que genera fanáticos intolerantes, mentes cerradas que no aplican la dialéctica al ejercicio del poder.
Pese a todo ello, pese a los crímenes y todas las atrocidades que se han ejecutado en su nombre, yo también soy un partidario de la “Dictadura del Proletariado”.
Puesta en marcha por Lenin, criticada por Rosa Luxemburgo, desacreditada por Trotsky, utilizada como instrumento de control por Stalin y transformada en la “Dictadura Democrática Popular” por Mao, la “Dictadura del Proletariado” ha estado presente en el pensamiento de todos los líderes socialistas.
A pesar de todas las versiones que puedan existir de las misma, hay ciertos puntos que las unifica a todos:
• La toma del Poder Político.
• Convertir al proletariado en “Clase Dominante”.
• Violación Despótica del Régimen de Propiedad.
Estos 3 puntos, se han convertido en líneas básicas de acción para los comunistas, y en países donde han sido puestas en práctica han llevado irremediablemente a la burocratización y posterior destrucción del socialismo. Para poder resolver este círculo destructivo, debemos de analizar con minuciosidad estos pasos.
La Toma del Poder Político: Por muchas concesiones que el capitalismo le otorgue a la clase obrera, por muchas victorias que le arranque el proletariado a la burguesía, las relaciones sociales de producción se mantienen intactas, y la naturaleza de apropiación del trabajo del asalariado por parte del capital no solo continúa, si no que se fortalece, al crear la falsa imagen de justicia. Las prestaciones laborales, son sólo aspirinas para solucionar el cáncer de la explotación que padecen las clases desposeídas. Ante este panorama, podemos concluir que por más “democrático” que sea un país capitalista, la explotación del hombre por el hombre se eternizará por los siglos de los siglos. Y para revertir esta situación, no hay otro camino más que derrocar al Estado Burgués e implantar un Estado que sea dirigido por los proletarios y encaminado a la construcción del socialismo. Pero para que esto sea posible, no deben de llegar al poder solamente los comunistas o los revolucionarios, los miembros del Partido o la Comandancia de la Guerrilla. Quién debe de asumir el poder, debe ser la clase social entera, no solo sus líderes, debe de instituirse un Estado colectivo, cuyas decisiones sean decididas por todos y por ende, realizadas por todos, ya que por el contrario, el Estado seguirá funcionando de la misma manera que cuando era dirigido por los capitalistas.
Convertir al Proletariado en la Clase Dominante: Esta frase ha sido repetida hasta la saciedad por varias compañeras y compañeros, como si fuera algo muy sencillo de comprender y sobre todo, de ejercer. Según Nicos Poulantzas, en su excelente libro “Poder Político y Clases Sociales en el Estado Capitalista”, el Estado está diseñado para satisfacer las necesidades de la clase que lo dirija. Ese es el funcionamiento en el Capitalismo: utiliza al Estado no como la representación de lo que se la dado por llamar Patria y que se instituya para el bien de todos los integrantes de la misma, si no como lo afirmó Marx; el ejecutivo del Estado Moderno es simplemente un Comité de Administración de los negocios de la Burguesía, y el Poder Político, es solo el poder organizado de una clase para oprimir a las otras. Como el Capital siempre buscará prevalecer, el Proletariado solo se emancipará a si mismo, y eso solo se logrará con la toma del Poder. Pero el Proletariado no debe de buscar solamente la transformación de las “Relaciones Sociales de Producción”, también de transformar las “Relaciones Sociales de Dominación Política”. Sobre este punto abundaré más a detalle posteriormente.
Violación Despótica del Régimen de Propiedad: Esta sentencia ha sido una de las más grandes defensas de los partidarios de la “Dictadura del Proletariado” ha nivel mundial, ha servido de argumento para los que interpretan que “Dictadura” es igual a “Autoritarismo”. Yo no lo interpreto de esa manera. Para mi esto solo significa que la expropiación de los medios de producción tiene que realizarse sin miramientos, sin temor y sin dudas, ya que se está actuando con justicia y con la razón. Esto no significa que se pueda realizar sin orden, sin organización, sin planificación, sin un verdadero plan de productividad; la estatización debe de ser realizada por los obreros para los obreros, no debe de llevarse a cabo por los instrumentos del Estado. Como ya se ha dicho, las tareas del Estado deben de consensuarse colectivamente y puestas en práctica también de manera colectiva. Ya sea mediante cooperativas, círculos obreros o como sería deseable, por los sindicatos, el proletariado tiene que convertirse en un actor activo, decisivo y fundamental y en el período de expropiación, y no sólo en el generador de riqueza, si no como lo que realmente es, el dueño de la riqueza. Toda acción de gobierno, tiene que realizarse por la clase obrera en su conjunto, no nada más por sus representantes o vanguardia organizada.
A pesar de todo lo que hemos dicho, de las adecuaciones que se pueden realizar, de las opciones para aligerar la carga del Estado y fortalecer la organización obrera independiente, no podemos olvidar que la “Dictadura del Proletariado” fue propuesta bajo condiciones muy distintas al mundo actual. El contexto político que rodeaba a Lenin cuando decidió aplicar este sistema era desolador, adverso, rodeado de enemigos y al mando de un Estado débil y sin recursos. Si a eso le sumamos la contrarrevolución organizada y la 1ra Guerra Mundial, podemos apreciar que asegurar la existencia del Estado fue una necesidad no sólo programática, si no de supervivencia. Lamentablemente, Lenin, el Gran Lenin, optó por el camino incorrecto. En vez de defender a la futura URSS fortaleciendo a los Soviets, socializando el poder, lo centralizó de tal manera que la cohesión que se logró al principio terminó destruyendo de dentro hacia fuera la organización popular, al supeditar todas las acciones locales a las directrices del Comité Central y convirtiendo a los Soviets en simple autómatas. Esto no significa que Lenin no haya tenido razones para elegir este camino: Rusia se hallaba incomunicada como para lograr que existiera una verdadera coordinación entre todos los Soviets.
Pero ese era el mundo de Lenin, en cambio, en nuestro siglo, innumerables sucesos han ocurrido en los últimos 25 años. Pero para poder determinar la vigencia de la “Dictadura del Proletariado”, se debe de definir perfectamente que es una Dictadura y que es el Proletariado, que semejanzas existen entre el proletariado de principios del siglo XX y el Proletariado del siglo XXI y si es deseable todavía un régimen profundamente disciplinado y rígido como el propuesto por Lenin. Es indispensable calcular que tan válido es gobernar con actitudes autoritarias para obtener justicia, y cuestionarnos seriamente si queremos ese tipo de justicia.
Este dilema surge del entendido de que la “Dictadura del Proletariado” lleva consigo una carga antidemocrática inherente a ella, y que abrirla o pretenderla modificar es en realidad querer debilitarla. Pero este sistema no tiene que ser necesariamente así. Si analizamos bien las palabras, podemos apreciar que en ningún momento se pretende actuar de manera autocrática, al menos en su planteamiento inicial. Razonando el sentido de la mencionada frase, “Dictadura” no tiene por que ser interpretada como un régimen autoritario. Es verdad que vivimos bajo la “Dictadura de la Burguesía”, pero eso no tiene por que decirnos que tenemos que seguir con su utilización del Estado. Si lo que nosotros queremos es destruir las “Relaciones Sociales de Producción” del sistema capitalista, también debemos de eliminar el funcionamiento del Estado de la burguesía, ya que si se conserva su modo de gobernar y de regular la sociedad, no habremos llevado a cabo una verdadera Revolución.
Compañeros, no debemos de darle otro significado a las palabras. Dictadura es simple y llanamente SEGUIR DICTADOS. Dictadura no es necesariamente autoritarismo, ni cerrazón ni mucho menos restringir libertades. Dictadura es actuar conforme a los lineamientos de quien los ordene, así de simple y así de sencillo.
Por eso es que me declaro partidario de la “Dictadura del Proletariado”: por que es un sistema en el que el gobierno se rige por los mandamientos de la clase social que genera la riqueza. Es por esta deducción, que se plantea que la verdadera “Dictadura del Proletariado” no es el sistema de Partido único, ya que no debemos de confundir una organización política con la clase social. Aprendiendo de las experiencias del pasado, no es descabellado afirmar que en aras de la consecución del socialismo, se erró el método y se optó fortalecer al Estado en vez de fortalecer las bases de raigambre proletaria.
Esto es perfectamente comprensible hasta cierto punto: el Estado Socialista siempre nacerá en medio de acoso o clara intervención extranjera y saboteado por la burguesía local. Pero no van a ser los soldados, ni las armas, ni la tecnología lo que defenderá a ese Estado; será la clase que dice representar. Vamos, el proletariado no debe de estar interesado en preservar un Estado, su verdadero objetivo tiene que ser la defensa del sistema que enarbola la bandera de su emancipación. Solamente un pueblo conciente, que tenga capacidad de respuesta y que este organizado por si mismo, podrá defender su Revolución. No se debe de pretender dar órdenes a los proletarios, es deseable que el proletario asuma su responsabilidad y actúe por si mismo. Recordemos que la “Dictadura del Proletariado” es el gobierno de los desposeídos, no de su partido. Y para que el Estado trabaje conforme a este criterio, que es el gobierno dirigido por los trabajadores y campesinos, no hay mejor defensa ni método que entregue mayores resultados que la organización popular de base. Esto significa que los obreros se mantengan políticamente independientes del gobierno, no así de sus funciones, pero debe de guardar su autonomía como parte esencial de sus luchas. Los sindicatos, las cooperativas, las coaliciones laborales y cualquier instrumento de agrupación proletaria, tiene como fin principal defender a sus agremiados y como meta final derrocar al capitalismo y llegar al socialismo.
Pero no pueden formar parte del Estado, no deben de convertirse en organismos paraestatales ni partidistas, ya que la función del gobierno y de los partidos políticos es diferente a la de los sindicatos o cooperativas, etc. Desarrollar este tipo de gobierno, aparte de que sigue los Dictados del Proletario, no los del Partido, forma políticamente a los trabajadores y los convierte en personas capaces de organizar tanto a sus colegas como a sus familiares, amigos.
Ahora después de repasar el concepto de “Dictadura”, y de clarificar de que “Dictadura” no tiene que ubicarse como algo autoritario o totalitario, es menester pasar al siguiente punto del análisis: el Proletariado.
En los orígenes del concepto “Dictadura del Proletariado”, la sociedad de aquel entonces estaba dividida en 2 grandes campos: Burguesía y Proletarios, Capitalistas y Trabajadores. Pero ahora, en el siglo XXI, la sociedad ha cambiado y ha generado distintos participantes de la vida social.
Ya no se puede dividir a la sociedad entre productores y explotadores: la aparición de los trabajadores de servicios (que no son productores directos pero son indispensables para el capital), la formación de los vendedores ambulantes, la pauperización del campesinado y la conversión de la burguesía en clase media y las nuevas tecnologías dificultan el poder referirnos al “Proletariado” como algo uniforme e invariable.
Es verdad de que los proletarios siguen siendo los más entre la población, es una realidad de que la naturaleza destructiva del capital convierte al pequeño burgués en un obrero común, pero otra cosa es poder decir de que la Revolución sólo podrá realizarse con el Proletariado. Aunque la clase media va intentar mantener sus privilegios y eso la convierte en conservadores del sistema, tenemos que plantearnos el papel de la pequeña burguesía actual en un hipotético triunfo socialista en nuestro país o en cualquier país del mundo de este siglo. Los que nos declaramos partidarios de la Revolución Proletaria, tenemos que asumir que si el triunfo se consiguió gracias al proletariado, el proletariado mismo tiene que crear sus condiciones para crear alianzas con la pequeña burguesía con el propósito de de defender la Revolución y, cuando esta se afiance en el poder, entrar de lleno a la construcción de la Utopía.
La “Dictadura del Proletariado” entonces, tiene que tener nuevas perspectivas, nuevos alcances; los sostenes de este régimen (Dictadura y Proletariado) han cambiado, tienen un nuevo significado y consecuentemente tiene que aplicarse su realización. Pero se debe de aprender de los errores el pasado y por que no, reforzar los aciertos de las experiencias.
Desde hace una década, ante el arribo de un gobierno Revolucionario en un pequeño país sudamericano, colindante con el Mar Caribe y poseedor de una enorme riqueza petrolera, se ha estado hablando sobre el “Socialismo del Siglo XX”. Aunque pudiéramos tener diferencias con respecto a este tipo de “Socialismo”, es loable el esfuerzo por darle un aire moderno a la palabra, por reavivar la llama Revolucionaria en el Continente y por buscar tener una ideología renovada. Tomando la idea original del concepto, no sería descabellado que, al analizar las transformaciones del mundo y de la vida social, comenzáramos a teorizar sobre la existencia de “La Dictadura del Proletariado del Siglo XXI”. Esto no busca ser una mala copia de una idea nubarrosa, en realidad puede convertirse en una oportunidad para retomar a este régimen que ha acompañado a nosotros los marxistas a lo largo de nuestra existencia como corriente ideológica.
Algunos podrían decir que estamos traicionando al socialismo, nos lanzarían el epíteto zahiriente de REFORMISTA, que somos bernsteinianos y que somos en realidad socialdemócratas disfrazados de revolucionarios. Y aunque pudieran tener fundamentos para lanzar esa acusación, tenemos que reflexionar algo que me parece fundamental: o nos mantenemos con los dogmas del pasado, o aplicando la dialéctica a nuestros pensamientos, continuamos con el proceso de comprensión de la sociedad en la que vivimos. No hay que olvidar que el Capital tiene como subtítulo “Crítica de la Economía Política”, por lo tanto, si Marx basó sus ideas en un completísimo análisis de la sociedad en la que se desenvolvía empezando desde la prehistoria, de manera similar debemos de actuar nosotros. Ya tenemos la ideología y el objetivo, pero la única manera en que podremos obtener el poder y lo más importante, hacerle justicia a los trabajadores, es partiendo no de nuestras ideas, no de nuestras convicciones, si no de las características principales que le dan identidad y norman la organización de nuestra sociedad. Como seguidores de las ideas marxistas, no debemos de temer a modificar nuestra manera de pensar, siempre y cuando tengamos presente la opresión que padece nuestro pueblo, que es humillado, que es explotado, que está castrada su libertad. Nosotros, los marxistas, que nos consideramos la vanguardia del Proletariado, tenemos que adaptarnos al mundo con la misma velocidad con la que este cambia. Si decimos ser los defensores de la clase revolucionaria por excelencia, tenemos que ser los primeros en comprender las transformaciones de la industria, de las tecnologías, de las leyes y el Estado, de los grupos de poder y las organizaciones políticas.
Pero esto no significa renunciar a nuestros orígenes, para nada. Analizar los yerros de antaño no debe de ser interpretado como un ataque al socialismo ni mucho menos como una claudicación en la lucha. No se debe de relacionar estos aportes como provenientes de una defensor de “La Libertad de Crítica” como calificaba Lenin a los bernsteinianos. Al contrario, mientras el objetivo sea fortalecer nuestros ideales, formar nuestro criterio, avanzar en la comprensión de las contradicciones del capitalismo y coadyuvar en la politización del Proletariado inculcándole la tan necesaria “Conciencia de Clase”, todo comentario de los camaradas debe de ser estudiado y tomar lo que ayuda al triunfo de la Revolución.
Camaradas: nos encontramos ante lo que parece ser la Crisis Terminal del Capitalismo. El Sistema Capitalista Mundial, el Neoliberalismo salvaje, se ha agotado, no tiene nada que ofrecer a los millones de seres humanos que padecen hambre; el libre mercado ha quedado demostrado que en realidad es la libertad del capitalista para explotar sin piedad, para enriquecerse a través del salario no retribuido al obrero, apropiándose de la plusvalía que genera y dotarle nada más de lo indispensable para mantenerlo con vida a través de una existencia más que miserable. Este tipo de sistema, ha deshumanizado a la sociedad, los valores en los que creíamos se han venido sustituyendo por la obsesión del lujo, del confort, del estilo, de la comodidad. El Capitalismo se ha apoderado de las instituciones nacionales, lo utiliza como su instrumento de control y los medios de comunicación masiva son simples promotores de la cultura de la explotación. La paranoia de obtener cada vez más y más riquezas es el eje regulador de la sociedad, transformando a los seres humanos en máquinas autómatas que sólo responden al brillo del oro, como una manada de lobos al oler el hedor de la sangre.
Sin embargo, el mismo Capitalismo, a pesar de todos los crímenes que comete cada día que pasa contra la humanidad, está creando las condiciones para su pronta destrucción. Las condiciones objetivas para la Revolución de las Conciencias que debe de ocurrir en cada uno de nosotros están dadas, ahora los marxistas tenemos que crear las condiciones subjetivas, mostrándole al proletariado su monstruosa realidad.
Pero cuidado, aunque la burguesía actúe de manera silvestre para mantener intactos sus privilegios, que reaccione de una manera animal olvidando que su género proviene de una larga evolución, eso no nos da derecho a utilizar sus mismos medios de defensa. La Revolución que construyamos, tiene que ser con el pueblo, para que llegado el momento, sea el mismo pueblo quien decida romper las cadenas que lo atan al pasado. No quiero terminar sin insistir en que los marxistas tenemos que romper con todo lo que relacione al nuevo mundo con el sistema del Capital. Nuestra Revolución no tiene que enfocarse nada más a la construcción de una nueva estructura económica, también debe de luchar para edificar una superestructura jurídico-política que no tenga ningún parecido con la del régimen burgués.
Para concluir, y para demostrar mi fidelidad al Padre de la Revolución Socialista, Carlos Marx, no hay nada mejor que este pequeño fragmento del Manifiesto Comunista:
“… el primer paso de la Revolución Obrera es la elevación del Proletariado a Clase Dominante, pero también es, la conquista de la DEMOCRACIA…”
¡¡¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!!!
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