El semestre pasado curse una materia optativa llamada "Teoría Social". Dicha materia es impartida como obligatoria a los estudiantes que cursen el 4to semestre de Economía. Como trabajo final, se nos encargó por parte del profesor escribir un ensayo donde analizáramos un problema social desde la visión de una teoría vista en el curso. La teoría que elegí fue la Teoría del Conflicto, y el problema que decidí analizar fue uno en el que tuve participación directa: la renovación de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la UABC. La presente entrada consiste en la publicación de dicho ensayo.
Una
Teoría Integradora.
La teoría social que se
utilizó durante el proceso de creación de este ensayo para analizar el proceso
de renovación del Comité Directivo de la Sociedad de Alumnos 2011-2012 de la
Facultad de Economía y Relaciones Internacionales es una teoría de grandes pretensiones.
Llamada por su creador, Ralph Dahrendorf, como “La Teoría del Conflicto”, esta
considera al mencionado conflicto como “un proceso central de la vida social”
(Collins, 1975).
En el mundo de la academia
sociológica, esta teoría es percibida como una teoría integradora, debido a su
intención de ser depositaria de los aportes de distintas escuelas. Pero,
¿Cuáles son sus características? La Teoría del Conflicto es de carácter
dicotómica, distinción que es fácil de apreciar desde su primer planteamiento y
que se observará en otros postulados: la sociedad tiene dos caras, el consenso
y el conflicto. Para Dahrendorf, el pionero de esta teoría, el conflicto “es la
cara desagradable de la sociedad”.
Aunque muchos deseen hacer
caso omiso de la existencia de las diferencias en el seno de la sociedad, estas
no se pueden ocultar. Una de las principales críticas que se le hacen a esta
teoría, es el ser una derivación del funcionalismo estructural, por lo que los
problemas distintivos de esta teoría (explicación de solo una parte de la
sociedad, etc.) son trasladados a la teoría del conflicto. Esto provoca que
mientras los funcionalistas ven orden, los seguidores de la teoría en cuestión
ven el germen de la confrontación. En consonancia con lo anterior, también se
afirma que el orden instaurado en cualquier sociedad es preservado mediante una
“constricción forzada”, es decir, las estructuras sociales no solo influyen en
el accionar de las personas, si no que también las obligan a actuar de cierta
manera.
Para la teoría del
conflicto, el origen del mismo en una sociedad radica en la existencia de las
llamadas “asociaciones imperativamente coordinadas”, las cuales son las
diversas posiciones de autoridad existentes dentro de cualesquier sociedad.
Dichas unidades expresan la realidad del individuo, el cual puede ser
depositario de la autoridad y al mismo tiempo ser un subordinado. Sin embargo,
a pesar de esta situación doble, la poca o mucha autoridad que posea en cierto
momento un individuo, por el simple hecho de ser legítima, le permite imponer
sanciones a quienes lo rodeen. Por otro lado, es necesario puntualizar que toda
autoridad entraña dominación y subordinación, por lo que si tenemos claro lo
anterior, podemos explicar por que se terminan creando únicamente dos grupos:
dominadores y dominados, los cuales tienen distintos intereses. Mientras que
los beneficiados del sistema pretenden preservar el status quo, los que se sienten
relegados del centro de decisiones buscarán no solo mejorar ciertas cosas, si no
también provocar un cambio de régimen.
Es aquí donde aparece el concepto de “intereses” y los conflictos
generados por el choque de los mismos, conflictos que precarizan a la
autoridad.
Para formar parte de los
conflictos de la sociedad, no es indispensable estar consciente de ello, ya que
las posiciones que ocupe un ciudadano determinarán su acción, generando
“intereses latentes”. Pero cuando se adquiere consciencia de que las acciones
individuales están participando en un conflicto, esos intereses se vuelven
“intereses manifiestos”. Estudiar la relación entre estos dos intereses es la
tarea principal de la teoría del conflicto.
Al existir intereses
contrapuestos, también se generan grupos cuya dinámica es determinada por la
solidez de los mismos. Estos grupos son tres:
1. Cuasi
grupo: Son agregados de titulares de posiciones que tienen los mismos intereses
de rol (Dahrendorf, 1958). De aquí se generan los otros tipos de grupo.
2. Grupos
de Interés: estos poseen estructura, forma de organización, objeto definido y
“personal”.
3. Grupos
de conflicto: Son grupos de interés que han decidido defender el estatus quo o
hacer realidad el cambio.
En situaciones ideales, la
existencia de estos 3 grupos explicaría el conflicto social, pero al no existir
estas situaciones, se vuelve necesario analizar otras condiciones como el contexto
y las fortalezas y debilidades de los grupos. Dentro de este campo, Dahrendorf
consideraba que el reclutamiento aleatorio o al azar dentro de los cuasi grupos
hacía poco probable que surgieran grupos de interés y/o de conflicto.
Ejemplificaba con el lumpenproletariado, el cual es un grupo creado por el azar
cuya cohesión es prácticamente inexistente.
Con el objetivo de
consolidar al conflicto como un punto central dentro de la comprensión de la sociedad,
Lewis Coser publicó en 1956 “The Functions of Social Conflict”, obra en la que
afirmaba que el conflicto cumplía ciertas funciones que paradójicamente,
consolidaban el orden existente y no solo creaba uno nuevo. Esto ayudó a que la
teoría del conflicto empezara a explicar también el consenso. Pero no es si no
hasta 1975, con la publicación de “Conflict Sociology” de Collins que esta
teoría se consolida, al dotarla de mayor “cientificidad”. Collins pasa del
análisis macro al micro, y retomando postulados importantes del marxismo,
sostiene que las estructuras sociales son solamente pautas de acción y que el
actor social crea y recrea a las mismas. Culmina enlistando una serie de 5
principios para analizar el conflicto (observar la vida real, examinar los
factores materiales que influyen en la interacción, explotación en situaciones
desiguales, imposición de ideas por parte de los grupos fuertes a los débiles y
realización de comparativas) con el objetivo de comprobar su tesis principal:
el hombre es un ser gregario, pero también está predispuesto al conflicto.
La
elección de la Sociedad de Estudiantes de la FE y RI como expresión del
Conflicto.
Una visión que llega a ser
generalizada y compartida por varios, es que el ganador de un proceso electoral
lo es debido al consenso que pudo construir para alcanzar esa posición.
Mediante el convencimiento, el diálogo e incluso la cooptación, los vencedores
de las elecciones se vuelven un ejemplo vivo de que las estructuras sociales
están diseñadas para mantener la estabilidad y para que cualquier cambio
sucedido se lleve a cabo con orden y respetando los cánones vigentes. Esa sería la visión de los funcionalistas,
pero no la de los partidarios de la teoría del conflicto. Donde los primeros
ven orden y armonía, los segundos observan una constricción forzada que castiga
a la oposición y que intenta ocultar la existencia de la disidencia. Sin
embargo, las estructuras sociales, contrario a lo que creen los funcionalistas,
no constriñen todo el tiempo, mucha veces son simplemente pautas de acción
cuando el actor social se percata que es el quien crea y recrea la organización
social.
Dicho proceso ocurrió en el
pasado proceso de renovación del Comité Directivo de la Sociedad de Estudiantes
de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales. Aunque la idea que se
ha promovido con más énfasis es que las elecciones fueron un proceso tranquilo,
quienes realizan ese esfuerzo olvidan que las organizaciones sociales “son un
campo de batalla” (Collins, 1975). Debido a que las personas que ocupan un
cargo dentro del Comité Directivo acceden a posiciones de autoridad, y a que
estas siempre entrañan dominación y subordinación, los incentivos para buscar
no ser objeto de la coerción son grandes. Quienes se esfuerzan por evitar ser
objetos de la coerción, no necesariamente son grupos organizados tras un largo proceso de
planeación, si no que pueden llegar a ser espontáneos. Por otro lado, la
posición de autoridad de los miembros del Comité Directivo es relativa. Aunque
su posición respecto al resto de la comunidad estudiantil es de autoridad, el
principio de asociaciones imperativamente coordinadas se cumple al estar el
Comité Directivo supeditado a la autoridad del Director de la Facultad en
varios aspectos.
Por lo tanto, la postura de
todos los estudiantes con respecto a la Dirección de la Facultad es dicotómica:
es una relación entre autoridad y subordinados. El poder ejercido por la
Dirección influye en todos los aspectos de la Facultad, tanto académicos y
recreativos como administrativos y políticos. Por ello, una manera de liberarse
aunque sea un poco del poder avasallante de la Dirección es accediendo a
posiciones de autoridad como lo es la Sociedad de Estudiantes. El dirigir a
esta organización, permite llevar a cabo proyectos dentro de la Facultad que
difícilmente se podrían cristalizar desde la posición de un estudiante común.
Como se puede observar, el ganar las elecciones de la Sociedad de Estudiantes
permite no solo ganar espacios de autoridad, si no independizarse en un grado reducido pero significante con respecto al poder de la Dirección y tener una mayor capacidad de
acción. Sin embargo, esta última posición adoptada por un grupo de estudiantes
fue tomada como un reto a la autoridad de la Dirección, la cual utilizando la
legitimidad de su cargo, impuso sanciones arbitrarias a dicho grupo.
Todas esta consideraciones
pudieron observarse en el largo proceso de renovación de la dirigencia
estudiantil de la FE y RI, el cual no comienza en Septiembre de 2011, mes en
que fue publicada la convocatoria para inscripción de planillas, si no desde
mediados del 2010. En ese año, también se llevó a cabo la elección del nuevo
Rector de la UABC, en la cual participaban entre otros el entonces Director de
la Facultad, el Dr. David Ledezma. Bajo el argumento de que no se quería
“enturbiar” el proceso de sucesión rectoral, se aplazaron las elecciones de los
Comités Directivos estudiantiles en todas las facultades de la UABC y las
dirigencias estudiantiles alargaron su período de funciones, con excepción de
la Facultad de Derecho, donde el Comité Directivo saliente convocó de manera
independiente a la inscripción de planillas y posterior campaña y elección. El
nuevo Rector, Dr. Felipe Cuamea, fue electo hasta Enero de 2011, pero a partir
de Febrero, se llevaron a cabo elecciones estudiantiles en las facultades de la
Universidad, con la excepción de la Facultad de Economía y Relaciones
Internacionales. El Rector Cuamea nombró al Dr. Ledezma como Vicerrector del
Campus Tijuana de la UABC, dejando como Director Interino de la Facultad al Dr. Martín Ramírez Urquidy. Mientras estos
cambios institucionales ocurrían, la inmensa mayoría de los miembros de la
Sociedad de Estudiantes de la FEyRI egresaban, por lo que el Comité Directivo
quedó acéfalo.
El Director Interino no
convocó a los Jefes de Grupo de la Facultad para expedir una convocatoria a
elecciones durante el semestre de Febrero a Julio, mientras que el organismo
que podía hacerlo, el Consejo Estatal de Sociedades de Alumnos (CESA) tampoco
se ocupaba del tema, ya que sus integrantes se encontraban enfrascados en la
creación del nuevo Reglamento del Consejo. Esta situación de incertidumbre fue
denunciada por un grupo de estudiantes identificados con el Partido
Revolucionario Institucional, los cuales arguyeron que la verdadera razón por
la que no se convocaba a elecciones era por que las autoridades universitarias
no querían que este grupo ganara la Sociedad de Estudiantes. También este grupo
de estudiantes, los cuales se auto nombraban como “DIEZ” habían acusado al ex
Director David Ledezma de represión, señalándolo como el responsable de que a
varios de sus integrantes se les hubiera reprobado en materias durante el
semestre anterior y de esa manera, impedir su participación en el proceso
electoral, debido a su orientación partidista.
A pesar de las denuncias,
otro grupo de estudiantes, auto nombrado “Evolución”, se mantenía a la espera
de la publicación de la convocatoria. Las relaciones de este grupo con la
Dirección eran diametralmente opuestas a las que tenían los estudiantes de
“DIEZ”: El líder de ellos tenía una comunicación constante y fluida con el
Director y también defendía el trabajo de los directivos escolares, es decir,
los primeros buscaban el cambio mientras que los segundos defendían el status
quo. El control ejercido por la Dirección (aunque también se señalaba al
Secretario de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado como el líder moral
de la Dirección) sobre la vida interna de la Facultad de Economía y Relaciones
Internacionales recompensaba la complacencia del grupo de estudiantes de
“Evolución”, permitiendo hacer proselitismo de manera encubierta pero clara
a pesar de que no había ninguna convocatoria expedida.
Pasó el tiempo y se inició
un nuevo ciclo escolar en Agosto de 2011. Muchos estudiantes enterados de todos
estos antecedentes egresaron o pasaron a realizar sus prácticas profesionales,
por lo que los estudiantes de los semestres de etapa básica desconocían
absolutamente todo lo sucedido. Cuando por fin el CESA publicó la convocatoria
para elegir a los integrantes del Comité Electoral que organizaría las
elecciones, se pedía como requisito ser Jefe o Representante de Grupo. Sin
embargo, quien quedó al frente del Comité Electoral, fue una estudiante que no
tenía la representación de ningún grupo, situación que fue pasada por alto por
el CESA. Después de constituirse el Comité Electoral, hubo una semana de espera
para que las planillas interesadas en participar en las elecciones se
registrarán ante el Comité, pero al finalizar el tiempo de registro, solamente
una planilla se había inscrito: la Planilla Evolución. Un grupo de estudiantes
solicitaron una inscripción extemporánea, pero el Comité Electoral se negó a
darles la autorización de participar. Al solo haber una planilla, la
convocatoria expresaba que se llevaría a cabo un referéndum para decidir si esa
planilla se convertiría en el Comité Directivo, pero si era rechazada, los
Jefes de Grupo elegirían entre ellos a los dirigentes de la Sociedad de
Alumnos. Una cosa que la convocatoria no aclaraba, era lo que había que hacer
bajo el supuesto de que los Jefes de Grupo tampoco quisieran integrar el Comité
Directivo.
¿Qué pasó con los de DIEZ?
Argumentando temor a la represión, y al hecho de que el Presidente del CESA,
Gustavo Garduño, tenía la postura de negarle el registro a cualquier estudiante
integrante de ese grupo al estar vinculados al PRI, decidieron no participar.
Sin embargo, al descubrirse que el candidato a Presidente de la Planilla
Evolución era miembro adherente del PAN, las voces de inconformidad aumentaron
entre los estudiantes. Para estas alturas, el conflicto de intereses era
evidente, y cualesquiera que fuera el resultado, la legitimidad del nuevo
Comité Directivo sería precaria. A pesar de que prácticamente la totalidad de
los miembros y simpatizantes de la Planilla Evolución rechazaban ser panistas,
el “interés latente” era que su Presidente si lo era y que la postura
institucional de la Planilla era de apoyo al trabajo realizado por los
Directivos de la Facultad, los cuales tenían y tienen una relación bastante
cercana con el panista Gobernador del Estado, el cual es egresado de la
Facultad de Economía e impartió clases en ella.
Sin embargo, no todo estaba
dicho: el sentimiento de rechazo al hecho de que solo hubiera una planilla
haciendo campaña se iba expandiendo cada vez más. Dicha opinión generó varios
cuasi grupos bastante heterogéneos, los cuales definió Dahrendorf como un
conjunto de personas que comparten una misma posición debido a la similitud de
sus intereses. De manera espontánea, los estudiantes de esos grupos convocaron a la
comunidad estudiantil de la FEyRI a votar por la opción del NO y rechazar lo
que ellos llamaban “un proceso no democrático lleno de irregularidades e
intervención de agentes externos a los estudiantes”. Además, la Planilla
Evolución no contaba con estudiantes de la licenciatura de Economía en la
titularidad de los cargos, por lo que una cantidad importante de estudiantes de
esa carrera se sentían excluidos al carecer de una representación. A diferencia
de los miembros de la Planilla Evolución, los estudiantes que promovían el voto
por el NO asumieron su papel de estar inmiscuidos en un conflicto serio no solo
con la planilla, si no también con Directivos y Catedráticos de la Facultad,
por lo que pasaron de mero “interés latente” al “interés manifiesto” de tener
un proceso de elección verdaderamente democrático.
La campaña electoral duró
una semana, y al finalizar se llevó a cabo una presentación de propuestas por
parte de la Planilla Evolución en el salón audiovisual tanto en el turno
matutino como vespertino. Dichas presentaciones terminaron en espacios de
catarsis, donde los simpatizantes del NO como los del SI se hicieron
reclamaciones mutuas. Finalmente, el día de las elecciones, de un total de 1100
estudiantes de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales, solamente
427 alumnos acudieron a votar, mostrando un grado de abstención electoral
altísimo, similar al que es frecuente que exista en las elecciones locales. Es
de llamar la atención que en una Facultad especializada en las Ciencias
Sociales la participación electoral de sus estudiantes haya sido muy baja,
siendo un indicador importante de la deficiente educación impartida en las
aulas. A pesar de ello, la Planilla Evolución se convirtió en el nuevo Comité
Directivo de la Sociedad de Estudiantes con un total de 269 votos, mientras que
la opción del NO con sus 152 quedó relegada a la anécdota. Los 6 votos nulos
fueron meramente testimoniales.
¿Por qué no ganó el NO? A
pesar de que la postura general de los estudiantes era de rechazo tanto al
proceso como a las propuestas e integrantes de la Planilla Evolución, las
debilidades estructurales de los cuasi grupos que promovieron el voto por el NO
les impidieron alzarse con la victoria. Los distintos cuasi grupos que se
formaron, tenían como característica común el querer votar por el NO, pero
muchos tenían distintos motivos. Mientras unos querían que los Jefes de Grupo
eligieran al nuevo Comité Directivo y otros de plano solicitaban un nuevo
proceso electoral, había quienes votaron NO con la intención de deslegitimar lo
más posible a la Planilla Evolución. Esta heterogeneidad, tanto de motivos como
de tácticas y estrategias, impidieron que los cuasi grupos se convirtieran en
grupos de interés consolidados y bien organizados que pudieran transformarse en
grupos de conflicto con posibilidades reales de alcanzar el éxito. Además, el
reclutamiento aleatorio realizado para crear grupos de conflicto se enfrentó a
la problemática de efectuarse entre una gran cantidad de estudiantes que pueden
ser calificados como el “lumpen proletariado académico”. Los estudiantes pertenecientes
a este sector por lo regular no les interesa lo que suceda con la Facultad,
mantienen posiciones apolíticas y estudian una carrera que no es de su agrado,
ya sea por ser reubicados, por haber tenido una imagen errónea de la misma o de
plano por haberse equivocado de Facultad al momento de elegir una en las etapas
previas al examen de ingreso a la universidad. Por último, aunque no menos
importante, el Comité Electoral impidió que una cantidad indeterminada de
estudiantes de primer semestre ejercieran su derecho al sufragio al no tener la
credencial de estudiante de la UABC, a pesar de que esta no se les había
entregado y de que la convocatoria permitía votar con la credencial de elector.
Sin embargo, la existencia
de este conflicto, demostró la validez total de las tesis de Lewis Coser. Al
menos 2 de los cuasi grupos creados al calor del proceso electoral, se aliaron
y reforzaron el posicionamiento del NO, hicieron uso de la propaganda impresa y
electrónica de manera coordinada y participaron en la presentación de
propuestas de la Planilla Evolución exponiendo sus puntos. El conflicto
solidificó las ideas que estos estudiantes tenían sobre la Facultad, y su
relación se encuentra consolidada. Simultáneamente, individuos que se
encontraban aislados del proceso de renovación de la Sociedad de Estudiantes,
incluso de semestres de formación básica, tomaron un papel activo durante la
campaña al ser portavoces del No. El conflicto permitió comunicar las
percepciones y opiniones que poseen sobre la realidad de la Facultad y auxilió
a exhibir las posiciones que tienen estudiantes que por lo regular no eran muy
activos en asuntos internos de la Facultad y, desde luego, tanto los Consejeros
Universitarios y Consejeros Técnicos Estudiantiles asumieron posturas divergentes.
Es altamente probable que los grupos de interés formados posteriormente a las
elecciones se consoliden y busquen incidir en el futuro inmediato en cuestiones
comunes a todos los miembros de la comunidad FEyRI. Lo ocurrido en la Facultad
de Economía y Relaciones Internacionales, prueba que el Conflicto no es algo
que pueda ser juzgado como bueno o malo, pero si como un proceso central de la
vida social.
Conclusión.
Como se pudo observar a lo
largo del ensayo, la Teoría del Conflicto es, a diferencia de otras, una teoría
que se encuentra abierta a recibir ideas procedentes de todo el amplio mundo de
la teoría sociológica. Originalmente creada como un intento de adaptar el
pensamiento del marxismo a la Sociología, pero surgida como un derivación del
Estructural Funcionalismo, la Teoría del Conflicto también se vio influida en
buena medida por la sociología comprensiva de Max Weber, la fenomenología e
incluso de acuerdo a algunos autores, la teoría de redes.
Dicha integralidad se debe a
que esta teoría fue criticada en sus inicios por solamente explicar el
conflicto, el disenso, el cambio, y dejar de lado el dialogo, el consenso, el
acuerdo, en una palabra, el orden. Por lo tanto, la teoría del conflicto paso
por varias etapas que le marcaron su propósito: pretender ser capaz de explicar
todos los niveles de la realidad social. En medio de un mundo que tiene
demasiadas preguntas y pocas respuestas, la teoría del conflicto intenta
convertirse en universal y responder todas las cuestiones sociales, desde el
nivel macro hasta el meticuloso análisis micro.
Aunque el deseo pueda
parecer plausible e incluso, se le reconozcan grandes y valiosos esfuerzos en
alcanzar esa meta, dicha pretensión también conlleva un peligroso imperialismo
teórico que puede llegar a ahogar la creación de nuevas teorías que con ánimo
renovador expliquen más certera y de mejor manera la realidad cambiante del
Siglo XXI.