sábado, 28 de marzo de 2009

La Naranja Mecánica.


Se que muchos lo creerán imposible, pero en efecto, conseguí el libro.


Como ustedes saben, conseguir este escrito, al menos en Tijuana, era algo imposible hasta que se instaló la librería Gandhi en la ciudad, donde lo venden a un exhorbitate precio de 178 pesos.


Fue por esa razón, que una de las cosas que quería hacer en mi viaje a la Reunión de los Cómites Municipales del Gobierno Legítimo en el DF (del cuál les contaré después), era conseguir esta joya de la literatura universal.


El Domingo 22 de Marzo, después de la Asamblea Informativa del Movimiento en Defensa del Petróleo, la Economía Popular y la Soberanía Nacional en el Zócalo de la Ciudad de México, el compañero Salvador Camberos y yo nos separamos para que cada quién pudiera ver los puestos del denominado "Shopping Socialista" de la Plaza Constitución con el ritmo que quisiera. Me compré cosas muy buenas, como libros de Marx, de Nikolás Poulantzas e incluso 1984 de George Orwell. Todos los libros son viejitos, lo que les da el toque místico que siempre busco en cualquier libro. Pero a pesar de que vendían hasta al mismísimo Manifiesto Comunista, no encontraba La Naranja Mecánica. Me decían los puesteros que fuera a la Calle Donceles, que ahí estaba infestado de librerías, y que lo más probable era de que si lo tenían en algún lugar del Distrito Federal, era en esa calle. Por falta de tiempo, y por que se perdió por 2 horas Don Chava, tuvimos que regresarnos al hotel para recoger nuestras maletas y dirigirnos al avión que nos traería de regreso a nuestra Tijuana bonita.


Aquí viene lo interesante del asunto: Cuando estabamos a una cuadra del Palacio de Bellas Artes, vi un letrero que decía "GHANDI". No lo pensé 2 veces, y arriando a Don Chava, entramos a la librería. Inmediatamente pregunté a la primera muchacha con uniforme si tenían el ansiado libro, y ella, mirándome con extrañeza, me respondió:


-Por supuesto, en Gandhi tenemos de todo, pero, dígame, ¿Por qué viene tan agitado?-


Entonces le conté que era de Tijuana, que en nuestra ciudad no hay libros de calidad y todo el rollo que ya se estarán imaginando. Luego de eso, la tipa me condujo al fondo del local que estaba atascado de gente y me dió un ejemplar del libro y su tarjetita para que le dieran su comisión.


Me dirigí a la salida, y dejé el libro y la tarjeta con hondo pesar. ¿La razón? Ya no tenía dinero, el libro costaba 134 pesos y yo sólo tenía pelusas en el bolsillo. Salí cabizbajo de la tienda, y de ahí, Don Chava y yo apuramos el paso hacia el hotel.


Ya de regreso en Tijuana, le reclamé a mi jefe de por que no me dió dinero para el viaje, que tuve que gastar 500 pesos ahorrados para cámaras desechables y comida aparte de las cosas que compré. Mi papá reconoció que se pasó, y para resarcir el daño, me dió feria para comprarme el libro en Gandhi. Al día siguiente, Lunes, antes de entrar a la escuela (estoy en el turno intermedio), compré por fin el dichoso libraco. El naranja y grande costaba 178, y sólo llevaba 170, así que me compré uno más chico de un naranja más opaco, pero no se por que rayos se me hace más curada que el grandote, de seguro es por el precio. Son 158 -me dijo la cajera- y de esa manera, compré mi esperado librito.


Y aquí me tienen, terminé el libro en 2 días, lo devoré en clase, en la casa, en el baño, en el camión, donde quiera que estaba me ponía a leer. Me agradó que tuviera el capìtulo 21, en el que Alex DeLarge, aquel vándalo sin escrúpulos, se redime POR SU PROPIA VOLUNTAD, y se muestra lo que me parece es lo más importante del libro: El Concepto de Evolución.


Ya para terminar, a pesar de que la película me fascinó, que la ví tomando leche, con mis mejores amigos y que uno de ellos se disfrazó en Halloween de Alex, debo de confesar, que me gustó más, mucho más, la obra maestra de Anthony Burgess sobre la de Stanley Kubrick.




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