martes, 2 de agosto de 2011

Una Semana en La Habana - Lunes 25 de Julio.


El pasado Lunes 25 de Julio, viajé a la capital de la República de Cuba, La Habana, estuve en esa ciudad durante una semana. Desde hace mucho tiempo que quería visitar ese país, cuya historia, cultura y polémico sistema social capturan mi atención. Este escrito junto con los otros, son la transcripción de los apuntes que tenía en el diario que lléve conmigo. Este viaje lo realicé con mi hermana Priscilla. Sin más preámbulos, la historia fue así:

Un día antes de la salida, me enteré que el señor Víctor Ojeda, quien trabajó como biliotecario antes de su jubilación en la escuela donde cursé el bachillerato, iría a Cuba en las mismas fechas que yo. Me puse en contacto con el y nos vimos el Lunes por la mañana en un conocido restaurante de la ciudad. Ahí me dió algunas recomendaciones y me regaló un plano de La Habana, el cual me sería de mucha utilidad.

Siguiendo las indicaciones de Don Víctor, mi hermana Priscilla y yo llegamos a las 9:30pm, 3 horas antes del despegue del avión. Pensábamos que estaríamos al menos dos horas matando el tiempo, pero nada de eso fue así. Para empezar, tuvimos que llenar una forma dando detalles de nuestra salida, y luego pagar los 52 pesos de derecho de salida que exige el Instituto Nacional de Migración (INAMI), impuesto del cual nos enteramos de su existencia cuando estábamos a punto de documentar. Después de eso, volvimos a la fila y documentamos el equipaje, pero la señora que nos iba a dar los pases de abordar nos pidió llenar una nueva forma. Salimos del area de documentar y regresamos al cubículo del INAMI, y para nuestra molestia, nos dice un trabajador del Instituto que ya no había formas que llenar debido a que no eramos extranjeros. Nos acompañó hacia el area de documentar y por fin obtuvimos nuestros pases de abordar. Pero eso no fue el fin: Mi hermana llevaba una botella de salsa en su equipaje de mano, y le dijeron que excedía el límite de militros permitidos, por lo que tendría que dejarla o regresarse a documentarla, lo cual decidió hacer. Por todas esas cosas, pudimos pasar a la sala de espera hasta las 10:30am, una hora después de nuestra llegada.

Como viájamos en clase premier, estuvimos en la sala de ese tipo, y solo había chilangos dentro de ella, con la excepción de una japonesa que se cambió 3 veces de pantalón y falda por alguna razón que solo ella conoce. Antes de abordar, había que ir a que nos sellaran unas hojas de migración que nos dieron antes de recoger el pase de abordar, lo cual hicimos a las 12:00am. Después de tanto papeleo, por fin subimos al avión a las 12:35am, pero tanto los pilotos como las sobrecargo no habían registrado su salida de México en el INAMI. Así que la salida se demoró hasta la 1 de la madrugada, mientras los pasajeros matábamos el tiempo leyendo las instrucciones de salida en caso de accidente.

El avión estaba lleno de cubanos. La mayoría de ellos, usaban ropa de marca y joyas ostentosas. Los muchachos vestían como raperos, con demasiado "bling bling" y aretito de diamante de fantasía en la oreja incluido. Muchos de ellos vivían en Estados Unidos y usaban el aeropuerto de Tijuana, ya que por el embargo económico a Cuba, no salen vuelos a ese país desde los EEUU. Pero también habían cubanos que vivían en Cuba, y habían estado de vacaciones en Las Vegas, apostando en los casinos y conviviendo con sus familias. Había una cubana casada con un alemán que iba a visitar a su familia. La acompañaban sus 2 hijas, una niña de 8 años y una bebé de 2. Las niñas nacieron en alemania, pero por motivos de trabajo de su padre, vivían en los Estados Unidos, por lo que las niñas hablaban con fluidez 3 idiomas: alemán por su país natal y su padre, español por la madre e inglés por donde vivían. Todo un ejemplo de la futura "Aldea Global".

Con todo ese ajetreo, pude dormir en el avión, esperando despertar surcando los cielos cubanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Públicalo todo de una vez... ¡Puñetas! ¿A qué esperar?