lunes, 8 de marzo de 2010

PERIPLO POR PEPE MUJICA. SEXTA PARTE.


Estos son los capítulos finales del viaje del Profesor y exguerrillero mexicano José Luis Alonso Vargas por Uruguay, con motivo de la Toma de Protesta del guerrillero tupamaro José Mújica como Presidente de Uruguay.

VI

Ayer, por mi compulsión de cybernauta, me perdí el concierto de los Olimareños. Pero lo inédito es que Pepe y Lucía cantaron con ellos y eso si no me lo perdono. Hacía unas horas que me había quedado completamente embelesado, cuando Lucía, en su carácter de presidenta del Senado, declaró a Pepe presidente y luego se fue a abrazarlo y besarlo, enfrente de todos los mortales. Sentí que mi Epístola del Guerrillero había sido hecha para ellos (véase el texto completo en mi libro de Memorias, pag. 144).

Salí del Cyber cuando aún estaba cantando Daniel Viglietti y todo el eufórico pueblo uruguayo y latinoamericano con él. Empecé a averiguar la ubicación del autobús que nos llevaría a la cena con Pepe y, como ya es costumbre, no fue cierto que estaría desde las 7:30. Eran pasadas las 8:30 cuando nos empezamos a subir, compañeras y compañeros que ya hemos estado juntos desde ante noche. El bus nos llevó al Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) y entramos a un inmenso salón, casi repleto. Nos recibieron con un jugo de naranja y, al sentirme seguro, me desplacé por todo el lugar sin reconocer a nadie. Busqué el baño y medio me arreglé el pelo. La mayoría de los invitados andaba de traje y yo, de camiseta negra con un dibujo de Genaro Vázquez, hecho por Jacobo Silva Nogales. Bueno, ¿a quién le importaban mis fachas? Al contrario, los que me preguntaron se asombraron con la explicación que les di sobre el personaje que mostraba en mi pecho, con orgullo.

Empezaron a llegar bocaditos, de los más variados y sabrosos. Algo estaban promocionando las empresas locales de alimentos. Así que la cena fue opípara y gratis. Casi al final pasó el caviar y me comí varios bocadillos de esos, riquísimos. Antes de salir de ahí, nos ofrecieron un platillo con carne de algún tipo y papas, pero ya estaba superlleno y no lo acepté. Los postres si, hice un lugar en mi barriga y devoré los Martín Fierro y otros dulcecitos. ¡Qué manera de comer! Y de tomar, vino tinto, por supuesto, por indicaciones de mi veterinario.

Lo principal de la noche sucedió mucho después de las 10. Entró Pepe al salón y se proyectó en las pantallas gigantes. La muchedumbre se abalanzó hacia donde estaba y todo el mundo pudo llegar a saludarlo y tomarse la foto. A mi se me acabó la pila cuando ya estaba a punto de acercarme con ese objetivo. Hubo varias fotos de algunas cámaras donde debo aparecer, pero, ¿cómo localizarlas? Platiqué con Lucía y le entregué el Diario del Chelís… Se acordó de que había quedado en asistir al II Encuentro de Ex Guerrilleras, en Mazatlán, pero fallaron los boletos. De pronto Pepe fue liberado de sus fans y lo subieron a un templete, precisamente donde estábamos sentados algunos invitados fatigados. Lo tuve a medio metro, pendiente de que no se cayera, pues caminaba torpemente, mientras hablaba, y parecía que de un momento a otro pisaría en falso. Pero ahí estaba yo para auxiliarlo. Veía a Pepe y me acordaba de nuestro Salvador Gaytán. Son casi de la misma edad: 74 años. Pepe también es campesino. Todavía hasta ayer cuidaba de su huerto. Quien sabe si la responsabilidad que adquirió hoy le permita seguir atendiendo sus plantitas. Que ¿de qué habló aquí? De algo que me sigue dando vueltas en la cabeza: Yo los invito, a ustedes amigos de América Latina, los que ya están jubilados con buenos ingresos, para que vengan a ayudarnos… Ese era yo. ¡Me estaba hablando a mi! Yo no necesito de un salario en Uruguay. Puedo cobrar mi mensualidad en el cajero. Estuve a punto de levantar la mano. O seguirlo, ahí mismo, y decirle. Pero me acordé de Gaytán y el Museo de la Guerrilla, en la Sierra de Chihuahua; y la CIOAC, en San Quintín; y el Frente contra la represión; y la solidaridad con los Cinco Héroes cubanos, y la edición de mis libros y los de otros, etc. Y me contuve. Pero se que podría ayudarle a Julio Marenales con la multiplicación de las escuelas de cuadros del MPP o del MLN, por todo el país y a niveles de base: historia, principios, programa, oratoria, etc.

Hablé con Ortega, después de que se tomó la foto con Pepe, y quedamos de vernos en su oficina de Benjamín Franklin, el lunes 8, a las 12. Voy a plantearle lo del Museo y las ediciones de los libros que aún están en lista de espera. En fin, que de algo sirva la amistad que conservamos. Igualmente, voy a buscar a Alejandro Encinas y a Alberto Anaya, por lo mismo. A ver dónde me cumplen primero.

Todo eso ocurrió anoche. Hoy, 2 de marzo, desayuné, como siempre en mi hotel, pagué la habitación y salí hacia el Embajador. Ahí estaba Eliana. También puntual, a las 9, llegó René Arce. En vista de que ayer le propuse la venta de mis libros y CD y aceptó, se los entregué durante su desayuno. Más tarde, recibí 60 solidarios dólares de él.

Nos fuimos al Seminario Internacional: “LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA. LA EXPERIENCIA URUGUAYA”. En el primer Panel: El proceso de conformación de la unidad de la izquierda uruguaya. Perspectiva histórica. Participaron: Juan Castillo, Carlos Baraibar y Gerardo Caetano. Como moderador: Agustín Canzani. Le pregunté a Baraibar (al que conocí desde el primer conbebio, la noche del sábado) si en los inicios había habido traspasos del MLN al Frente Amplio y viceversa. Y a Caetano le pedí nos explicara como se dieron, desde el principio, las relaciones internacionales del FA. Recibí buenas respuestas. En el segundo Panel: Construcción y reconstrucción de la práctica política del FA a lo largo de las cuatro décadas; con Artigas Barrios, Constanza Moreira y Reinaldo Gargano; y como moderador: Rony Corbo. Me estaba durmiendo, aunque estaba interesantísimo. La fatiga acumulada hacía estragos en mi organismo. Para que me voy a hacer el héroe, me dije, soy hipertenso, tengo 65 años, se me sube el ácido úrico… y me fui a mi hotel.

Dormí dos horas, me bañé y salí hacia el Ministerio de Relaciones Exteriores. A las 5:30 sería la toma de posesión del nuevo ministro. Llegué a tiempo, pero en mi confusión subí hasta el sexto piso y, el evento, era en el primero. Cuando bajábamos subieron varias empleadas y se trabó el elevador en medio del 3° y 2° pisos. Me divirtió el incidente, pues estábamos apretados y calurosos; el otro hombre que estaba en ese grupo comentó que tendríamos que quitarnos la ropa para no deshidratarnos y las muchachas ya casi le hacían caso; y las tenía pegaditas a mí. Salimos con ayuda de los guardias y nos dirigimos al salón del protocolo. Oí a Pepe decir que con este ya llevaba 13 discursos similares, pero que confiaba profundamente en sus ministros y colaboradores. Mi principal interés estaba en encontrar a Ariel, pero sólo encontré a Modesto, quien me presentó a una compañera de militancia de Ariel: ella tampoco sabía donde estaba. También vi de lejos a Chela, pero estaba ocupada con mucha gente, pues era su primer día de trabajo, ahí mismo. Regresé al Seminario y alcancé a los dos últimos ponentes que exponían el tema: “El FA en el gobierno: aprendizajes y desafíos”. Enrique Rubio y Eduardo Bonomi nos explicaron los mecanismos con los que se relacionaban el FA y el gobierno.

Antes de las 7 salimos casi todos hacia la Universidad de la República. Como ya se hizo costumbre, el evento empezó otra vez tarde. Me senté en los palcos laterales pues estaban vacíos y de ahí se dominaba todo el Paraninfo. Rafael Correa llegó en silla de ruedas. Antes había llegado Lucía y muchos invitados especiales. Primero le entregaron a Correa las llaves de la ciudad, en un intercambio de discursos muy emotivos. Un grupo de folkloristas se lucieron con canciones que aludían a Artigas; y luego tomaron la conducción los dirigentes universitarios. Correa, en su calidad de economista y digno mandatario expuso en su conferencia cómo está la actual crisis sistémica y estructural del capitalismo y como debe ser el socialismo del siglo XXI. Insólito. Parecía que estaba en un congreso de verdadera refundación del partido comunista, con el mejor de los líderes. ¡De ese tamaño!

Al concluir el evento, Lucía subió a saludar a Correa y luego salió del Paraninfo, por la lateral, y yo tras ella, sin otro afán que el de observarla de cerca. Ya en la calle, sin más acompañante que su chofer, subió a su modesto carro. Vi que alguien la llamó para abrazarla y estuve tentado a hacer lo mismo. Pero me reprimí. Es tanta mi admiración que no la quise echar a perder con mi torpeza.

Caminé derechito hasta mi hotel. Dejé el chaleco con toda la propaganda que había recogido en los diversos momentos de este día y salí a cenar. A una cuadra encontré una pizzería. Pedí unos ravioles con estofado y una copa de vino. Cuando estaba a punto de salir llegó el compañero peruano que conocí en el seminario, asilado aquí por comunista, y otro colega de él. Me dio pena no poder acompañarlos pero ya era medianoche y debía recogerme en mi habitación, a descansar, después de tantas desveladas. Les di mi email y me despedí con la esperanza de que me escriban, algún día.

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